Termine de bañarme, Salí de la ducha con la toalla, me mire
al espejo y me vi, de repente me empezó a hablar, esa persona que estaba del
otro lado del espejo, observándome fijamente a los ojos, me hablaba, no caía en
mi asombro. La comencé a escuchar, casi sin pensar si decía o no la verdad, no
me importaba, solo me importaba hacerle caso.
Me empezó a decir que tenia que cortarme, me empezó a decir
que tenía que terminar con todo esto, que era mas fácil, que ella sabia que yo
quería hacerlo, que porque no lo hacía, que era fácil que solo tenia que ir a
buscar mis tijeras, que lo haga, que termine con todo, que era mejor para todo
el mundo, porque ni siquiera notarían mi ausencia, que era fea y gorda, que
para que quería vivir así, que era mejor morir que sufrir para toda la vida,
que era mi única solución, que no había otra manera, que ninguna operación me
podía cambiar, que ya no había lugar para un bicho mas comiendo y destrozando
este mundo, como en una manzana picada, a la que unos cuantos gusanos se le
fueron metiendo hasta pudrirla. La escuché, aunque me daba miedo lo que me decía,
pero me obligaba, era mas fuerte que yo, me ganaba, me podía, si ella me decía
algo yo iba y lo hacía, era así, me manipulaba completamente. Era alguien a
quien no le podía decir que no, no podía reprocharle, no podía, solo obedecía,
era su esclava, ella era mi dueña, se había apoderado de mi, de mi cuerpo,
mente y alma.
La bauticé como “Amanda”.
Amanda se metía en mi mente a diario, para manipular todo lo
que hacía y dejaba de hacer, solo quería que haga cosas malas. Le hice caso sin
pensarlo, no comí por dos días hasta que me obligaron a comer. Pero Amanda se
enojo, ella me había dicho que no comería por cuatro días, el día número cuatro
caía domingo.
Llegado el domingo, volví a escuchar a Amanda, no podía
ignorarla, estaba hay, la sentía, me hablaba, no podía ignorar esa voz que
retumbaba en mi mente todo el tiempo, volví a cometer errores, volví a caer en
ese pozo negro del que creía no poder salir, busque mis tijeras, pero estaban
desafiladas, desesperada corrí a buscar un sacapuntas, le saque el metal con un
cuchillo, y comenzó la noche larga que me esperaba.
Cuando me pude dar cuenta, tenía escrito con cortaduras “GAME
OVER” en mi brazo. Amanda me demostró que
no sirvieron de nada los 15 días que pude estar sin cortarme, que no sirvieron
las promesas que había hecho a mis amigos, que no servía nada de lo que
hiciera, dependía de lo que me dijese, mejor dicho ordenase.
Se me ocurrió prometérmelo a mi misma, ya que el juego había
terminado tal como lo decían, las 32 cortaduras en mi brazo, significaba que
ese era el fin, que ya no había mas nada que hacer solo podía salir de eso, yo
misma, por mi sola, nadie podría ayudarme pero si darme consejos, nadie podría
atarme las manos las 24 horas del día, era mi decisión, solo mía y totalmente
propia, de la que elegiría realmente que camino quería seguir, si salir del
pozo negro o quedarme en él.