Seguidores

jueves, 14 de junio de 2012

Llevada a la perdicción


Sentía…
Sentía  dolor,  o eso creía, mientras observaba aquel objeto afilado en mi mano, mientras una brisa pasaba por detrás convirtiéndose en un escalofrío, mi piel percibía las gotas de sangre cayendo lentamente,  como  cuando después de una tormenta las gotitas se van deslizando de los arboles y plantas,  Sentía como mi corazón se iba calmando poco a poco,  como si eso me ayudara a superar la tristeza, como si sintiera alivio al experimentar ese dolor, que no era dolor, era placer, eso se había convertido en un placer diferente al que cualquier persona podría sentir, no podía creer que pensase eso, no podía creer que sentir dolor me causase placer y hasta  se había tornado una adicción, mi cuerpo me lo pedía.
Todo pasaba mientras escuchaba el silencio, pero para mi el silencio no se escucha, el silencio es como si te quedaras suspendida en un momento como tildada, como si te quedaras  fuera de la realidad por  un momento, no sintieses, no escuchases…
Toda mi vida se torno de un color oscuro, turbio, de bajas vibraciones, como el negro.
No quería levantarme por las mañanas, vivía por las noches. Mis noches eran tristes y desgarrantes, letales para mi alma, cada vez me sumergía mas en un pozo oscuro de agua negra del que no podía salir, tenía miedo de que algo me llevara a lo otro, de meterme en mas cosas oscuras y horribles.
Y así iban pasando los días, con deseos de lastimar mi cuerpo, con ganas de sentir la sangre, era como una abstinencia, sentía escalofríos cada vez que algún objeto punzante o filoso se encontraba a mi vista, me sentía cada vez mas masoquista, era una esclava del dolor, estaba prisionera del dolor que yo llamaba para mis adentros placer, ¿porque digo para mis adentros? Creo que si le dijera a alguien “normal “que para mi cortarme era placer y tranquilidad, esa persona pensaría que yo estaba completamente loca, pero no es así, ¿O acaso los drogadictos son todos locos? Bueno, los que se cortan, también sienten algo parecido, ese deseo que se hace incontrolable, es abstinencia, es algo que a veces es imposible de controlar.
Pensaba y pensaba, no quería volver a cometer errores, no quería decepcionar a mas amigos no quería romper mas promesas, no quería, no quería, era una continua negación.
Ese día hable con Wendy, en el recreo nos metimos en un aula vacía y le confesé que había tenido ganas de cortarme en clase. Charlamos sobre el tema, me ayudo  y me alegro mucho saber que tenia a alguien, que estaba hay pase lo que pase. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario