Sentía…
Sentía dolor, o eso creía, mientras observaba aquel objeto
afilado en mi mano, mientras una brisa pasaba por detrás convirtiéndose en un
escalofrío, mi piel percibía las gotas de sangre cayendo lentamente, como
cuando después de una tormenta las gotitas se van deslizando de los
arboles y plantas, Sentía como mi
corazón se iba calmando poco a poco,
como si eso me ayudara a superar la tristeza, como si sintiera alivio al
experimentar ese dolor, que no era dolor, era placer, eso se había convertido
en un placer diferente al que cualquier persona podría sentir, no podía creer
que pensase eso, no podía creer que sentir dolor me causase placer y hasta se había tornado una adicción, mi cuerpo me lo
pedía.
Todo pasaba mientras escuchaba el silencio, pero para mi el
silencio no se escucha, el silencio es como si te quedaras suspendida en un
momento como tildada, como si te quedaras
fuera de la realidad por un
momento, no sintieses, no escuchases…
Toda mi vida se torno de un color oscuro, turbio, de bajas
vibraciones, como el negro.
No
quería levantarme por las mañanas, vivía por las noches. Mis noches eran
tristes y desgarrantes, letales para mi alma, cada vez me sumergía mas en un
pozo oscuro de agua negra del que no podía salir, tenía miedo de que algo me
llevara a lo otro, de meterme en mas cosas oscuras y horribles.
Y así iban pasando los días, con deseos de lastimar mi
cuerpo, con ganas de sentir la sangre, era como una abstinencia, sentía escalofríos
cada vez que algún objeto punzante o filoso se encontraba a mi vista, me sentía
cada vez mas masoquista, era una esclava del dolor, estaba prisionera del dolor
que yo llamaba para mis adentros placer, ¿porque digo para mis adentros? Creo que
si le dijera a alguien “normal “que para mi cortarme era placer y tranquilidad,
esa persona pensaría que yo estaba completamente loca, pero no es así, ¿O acaso
los drogadictos son todos locos? Bueno, los que se cortan, también sienten algo
parecido, ese deseo que se hace incontrolable, es abstinencia, es algo que a
veces es imposible de controlar.
Pensaba y pensaba, no quería volver a cometer errores, no
quería decepcionar a mas amigos no quería romper mas promesas, no quería, no
quería, era una continua negación.
Ese día hable con Wendy, en el recreo nos metimos en un aula
vacía y le confesé que había tenido ganas de cortarme en clase. Charlamos sobre
el tema, me ayudo y me alegro mucho
saber que tenia a alguien, que estaba hay pase lo que pase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario